Me encanta introducirme en las zonas menos turísticas, menos pobladas, más abruptas, más inhóspitas, me gusta lo desconocido, lo "prohibido", las puertas cerradas, lo que más guarda la esencia, lo menos evolucionado, me atrae el riesgo , el "peligro", el desafió, los descubrimientos, amo la montaña, el mar ( menos..., la playa), la inmensidad del bosque, la naturaleza en estado puro, el amanecer en la sierra y el ocaso del día en la planicie, los campos labrados y las secas estepas, la cabaña de madera y techos de paja, el río serpenteante que corre ladera abajo y se abre camino puliendo las rocas... ; y en el mundo urbano..? aquí me gustan los cascos históricos, la ciudad antigua, la de finas callejas y rincones escondidos, la que cuando pasas te hablan sus muros, se abren las puertas, chirrian las bisagras, la de "tejaos" de teja vieja, la que te susurra al oído anécdotas y leyendas prohibidas, la que te cuenta de pícaros y tiranos..., de chismes de alcobas, la del Lazarillo de Tormes o las de Calisto y Melibea, la que te muestra una historia, se queja, se lamenta y llora, o ríe a carcajadas...,, grita, exaspera y esboza; esas que han sobrevivido al paso del tiempo, esas que cumplen años y no envejecen, esas que tienen mucha vidas que narrarte y mucho para que aprendas, porque cuánto más te adentras en el conocimiento, y por ende en la historia, más consciente eres de tu propia ignorancia y de la finitud de tu existencia, somos tan exiguos que por muchas vidas que viviéramos ni tan siquiera llegaríamos a ser granos de arena.
